La dermatitis atópica, es una alergia que afecta en la piel y el pelo de nuestro bulldog francés causando muchos picores, heridas, malos olores y enrojecimiento de la zona afectada. Normalmente aparece en sitios donde la piel es más fina como orejas, cara, entre los dedos, ingles etc.
Esta enfermedad se produce cuando el sistema inmunológico de nuestros perros reacciona de forma exagerada ante un alergeno. El problema de esta dolencia es que es muy difícil determinar la sustancia que provoca la dermatitis, puesto que puede ser alimenticia o ambiental, como los ácaros, el polen, los mohos, etc.
La edad más frecuente de aparición varía entre los seis meses y los siete años. Si aparece antes del primer año de vida, lo más frecuente es que se deba a una alergia alimenticia. Esta enfermedad está bastante extendida y también afecta a los gatos.
La mayoría de veces se produce la dermatitis atópica por estas dos razones:
Genética: Cuando los padres del cachorro son atópicos, los hijos tienen muchísimas posibilidades de serlo también. Por eso es tan importante conocer a los padres cuando estamos interesados en adquirir un cachorro.
Racial: muchas razas que tiene pre disposición a sufrir dermatitis atópica, entre ellas el bulldog francés, bulldog inglés, bull terrier.
El diagnóstico más común es realizar test alergológicos para detectar de dónde proceden los agentes alérgicos. Gracias a esta prueba nuestro veterinario sabrá cuál es el causante del problema. Una vez detectada la sustancia podemos hablar de tres tipos de tratamientos.
El primero de ellos, trata de retirar el alérgeno del entorno del perro. Si no podemos evitar el contacto de nuestro animal con dicha sustancia lo mejor es recurrir a las vacunas, que ayudan a que nuestro animal se vuelva tolerante a ese componente. Este tratamiento suele funcionar con alérgenos ambientales como el polen o los ácaros.
Por último, nos quedaría la terapia farmacológica. Sólo recurriremos a esta alternativa si nos ha sido imposible encontrar la fuente de los brotes alérgicos. Los medicamentos más empleados son los antihistamínicos, antinflamatorios, los ácidos grasos esenciales y los glucorticoides. Con éstos últimos debemos ser muy cuidadosos porque tienen numerosos efectos secundarios adversos.
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